36 A la caída del sol se corrió un grito por el campamento: «Cada uno
a su ciudad, cada uno a su tierra.
37 El rey ha muerto.» Llegaron a Samaría y allí sepultaron al rey.
38 Lavaron el carro con agua abundante junto a la alberca de Samaría
y los perros lamían la sangre y las prostitutas se bañaron en ella, según la
palabra que Yahveh había dicho.